«La cosecha es mucha y los obreros son pocos»
Muy queridos seminaristas, queridos padres formadores y personas que les acompañan, a todos les saludo con afecto.
Sin duda que Jesús siempre tenía una pasión por anunciar el Reino de Dios, lo hacía con palabras y con signos. Recordamos el Evangelio del domingo pasado cuando estaba en su tierra, en Nazaret, y se fue a Cafarnaúm y empezó a predicar y a decir: «El Reino de Dios está cerca, conviértanse». Y más adelante, nos platicaba el Evangelio del domingo, llamó a dos parejas de hermanos, a Simón y Andrés y a Santiago y Juan, y a ellos, que eran pescadores, les dijo que serían pescadores de hombres.
Hoy también el Evangelio nos habla del Reino de Dios, nos dice que se parece a una semilla que el sembrador siembra sin saber cómo va creciendo, hasta que da su fruto; o también el granito de mostaza, tan pequeño, y después se convierte en un gran arbusto. Yo creo que hoy también, a partir de estas parábolas, podemos pensar en la vocación, en la semilla de la vocación, en que Dios es el dueño y Él es el que llama, y esa semilla va creciendo en sus seminarios.
Hoy hemos escogido la Misa de las vocaciones para pedir por el aumento de las vocaciones, porque se necesitan colaboradores cercanos para que den su vida por el Reino de Dios. Al ver estas tierras tan pobladas me viene a la mente cuando Jesús iba caminando y dijo: «La cosecha es mucha y los obreros son pocos».
Cuando yo llegué aquí al colegio Cristobal Colón, me acompañó desde la entrada un religioso, muy apreciado aquí, que se llama don Bosco y él estaba feliz de ver a tantos seminaristas, a los formadores, incluso anduvo ahí antes de la Misa tomando fotografías. Y me dijo: ‘Qué bueno que son tantos seminaristas’, y yo le dije: ‘Son pocos; son muchos ahorita, pero son pocos para la población que tenemos’. Esta Provincia Eclesiástica de Tlalnepantla, conformada por ocho diócesis, seguramente que es la más poblada de México, la que tiene más habitantes. «La cosecha es mucha y los obreros son pocos».
Este encuentro es también para animarnos, para ver que hay jóvenes de distintos lugares que también han sentido ese llamado, como Pedro, Santiago, Juan y Andrés también lo tuvieron, y que esa semilla va creciendo y el hecho de que hoy vean a otros seminaristas también es para seguir adelante.
Uno ve los contrastes, contrastes en todas partes, sobre todo en América Latina, pero aquí en esta región son contrastes muy fuertes, donde uno va viendo tantas casas en los cerros, tanta gente que necesita de la Palabra de Dios. «La cosecha es mucha y los obreros son pocos».
Estaba pensando hace un momento que aquí en este lugar estuvo San Juan Pablo II en su segunda visita a México, en 1990, y hoy también es para pedir su intercesión por nuestros seminarios, por la vocación de ustedes y por la perseverancia de los sacerdotes.
Realmente vivimos tiempos complicados en este cambio de época y en cada diócesis va habiendo un plan de pastoral, algunos ya lo tienen hecho y otros lo tienen en construcción, pero esos planes de pastoral también quieren responder a los retos que está viviendo nuestra sociedad. Hay un cambio muy fuerte, pero yo creo que hoy sentimos esa alegría de encontrarnos.
Este encuentro, este torneo deportivo interseminarios, es para fomentar el deporte, para fomentar la fraternidad, los ideales que tenemos de seguir a Jesús. El deporte es algo muy importante. Antier estuve con los sacerdotes de la Provincia, dentro del municipio de Tlalnepantla, pero que pertenece a la diócesis de Ecatepec, y estuvieron varios equipos de sacerdotes jugando fútbol, se reúnen casi cada mes o cada dos meses y yo cuando puedo los acompaño y me meto a jugar un rato. Y es bien importante que cuando uno ve a los sacerdotes les dice uno: ‘No dejes el deporte, haz deporte’. Hay veces que salen del seminario y se deja el deporte, pero es importante no dejarlo.
Seguramente que hoy vienen muy entrenados, ¿verdad? Con el reto de ganar en buena lead. Pues que hoy sea un día muy hermoso para todos, pero que también sigamos nosotros haciendo deporte y fomentándolo, tanto en nuestros presbiterios como en nuestros seminarios, para seguir sanos y poder servir a nuestros hermanos, y ustedes servir de manera especial a sus seminaristas.
Que la Virgen nos acompañe a todos y que sea un día de alegría; que terminemos cansados, pero contentos, sobre todo porque hicimos más amigos, nos sentimos como hermanos, en familia en nuestra Provincia. Que el Señor nos bendiga a todos. Así sea.
+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla



