RENUNCIAR A SÍ MISMO

September 02, 2021

Después de haber renunciado a la familia y al mundo, se requiere la renuncia de sí mismo para poder seguir a Jesucristo. “Si alguno quiere venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Mt 16,24), estas son las palabras de Nuestro Señor. ¿Por qué renunciar a sí mismo? La respuesta es muy sencilla: Para vivir de Jesucristo, esto es recibir la Revelación, asumir el mensaje de fe y transmitir la experiencia de Dios en nuestras vidas.

Al concluir mi Formación Inicial en el Seminario, descubro que la gracia de Dios va transformando nuestra realidad tan pobre y frágil, si y sólo si, uno se deja acompañar por Dios desde las circunstancias de vida, junto con las personas que te rodean, Familia, Amigos, Formadores, y ustedes que son la Iglesia que no cesan de orar por cada uno de nosotros.

El día de la ordenación, estando postrado y en el momento de la imposición de manos sentí como latía mi corazón, entre sentimientos encontrados, nervios de recibir tan grande don, sabiéndome visto y amado por la misericordia de Dios, escuchaba un eco en mi interior: las palabras del Santo Cura de Ars: “Me postré consciente de mi nada y pequeñez y me levanté sacerdote para siempre”. Sabiendo que el sacerdote es como Jesucristo, un hombre despojado, un hombre crucificado, un hombre comido; y para ser comido por los fieles, reproduciendo tanto el exterior como el interior de las virtudes de Jesucristo; su pobreza, sufrimientos, oración y caridad. Debemos representar a Jesucristo pobre en su pesebre, sufriente en su pasión y dejándose comer en la Santa Eucaristía. (Antonio Chevrier).

La riqueza de la Iglesia es tan misteriosa y rica, porque conociéndonos en persona o no, la oración ha estado presente, sosteniéndonos los unos a los otros, agradezco a cada uno de los bienhechores que se han preocupado, se han unido a la causa de la formación y sostenimiento de cada uno de nosotros. Los exhorto a que si están en sus posibilidades no dejen de hacerlo, dado que su generosidad me ayudó durante estos nueve años de vida en nuestro Seminario.

Invito a los jóvenes que tienen inquietud de la vida sacerdotal a no dejar de aspirar a los más excelsos ideales de la vida consagrada. Grabemos en nuestro corazón las palabras de Cristo: “No me eligieron ustedes a mí; fui yo quien los elegí a ustedes” (Jn 15,16). Si queremos, Dios puede hacer nuevas todas las cosas en nuestras vidas.

 

Su hermano y servidor en Cristo

Pbro. Edgar Reyes Martínez


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