El pasado mes de enero, los seminaristas de la etapa de Discernimiento Vocacional, tuvimos la oportunidad de vivir nuestro campamento de emociones, acompañados del Departamento de Desarrollo Humano del Seminario de Tlalnepantla y de nuestros Padres Formadores.
Dicho campamento, tiene como objetivo que los seminaristas, adquiriésemos herramientas de autoconocimiento para saber reconocer algunos rasgos característicos de nuestra propia personalidad e identificar el impacto que tiene dentro de nuestro proceso de discernimiento.
El campamento de emociones es, sin duda, una experiencia inigualable que vivimos durante 4 días. Tuvo lugar en un pueblo de Tenango del Valle, iniciamos en torno a la celebración Eucarística, se impartieron temas como: el reconocimiento de nuestras emociones, heridas en la historia de nuestra vida, comunicación asertiva y, sobre todo; el encuentro con nosotros mismos.
Admitir que necesitamos ayuda o que tenemos que sanar nuestra autoestima, no es fácil, pues muchas veces creemos que nos encontramos del todo bien y que vamos por el camino correcto, sin embargo, podríamos estar equivocados al pensar de esta manera, al profundizar en los temas impartidos durante los 4 días, logré reconocer que muchas veces vamos por la vida sin darnos cuenta de nuestras heridas y ese comportamiento posiblemente lastime a quienes nos rodean.
Es por esa razón que considero que fue de mucha ayuda personal asistir a dicho campamento pues, sin duda amplio la visión que tengo de mí mismo y de la importancia de la unidad con quienes me rodean, además, la convivencia con mis hermanos seminaristas mejoro muchísimo gracias a dicho campamento y sin duda invitaría a los jóvenes del arquidiócesis de Tlalnepantla a vivir esta hermosa experiencia.
Seminarista: Cristhian Ariel Narváez Labastida.



